Por: José Oscar Fernández


Una ola positiva se advierte en las autoridades a favor del paciente renal, gracias, en gran medida, a los esfuerzos de las distintas entidades que procuran mejorías en la calidad de vida de los pacientes que viven con la condición de insuficiencia renal crónica (IRC).


Desde nuestros inicios, hemos exigido como Asociación de Pacientes Renales Sendero de Vida, Inc., conjuntamente con la Fundación de Ayuda a Pacientes Renales y Trasplantados, la aplicación de todo un protocolo que, por ley, se ordena para que cada unidad de hemodiálisis mantenga un correcto procedimiento en los servicios que brindan a los usuarios, en procura de ofrecerles condiciones cada vez más efectivas y confortables en su diario vivir.

Con beneplácito, vemos que en varias de las unidades de hemodiálisis del país están intentando mejorar sus instalaciones conforme lo establecen las “Normas de Habilitación y Requerimiento para la Instalación y Funcionamiento de Servicios de Hemodiálisis”, como lo establece la ley general de salud (No. 42-01). Ello, nos complace, pero insistimos en que Salud Pública debe aumentar la observancia y velar por el cumplimiento de esta reglamentación.


De igual modo, tras múltiples solicitudes, motivadas por las quejas justificadas de decenas de pacientes, las instituciones que agrupan a los insuficientes renales lograron que el Ministerio de Salud Pública ordenara la construcción (en apenas 50 días) de un moderno centro de hemodiálisis en el Hospital Padre Billini, lo que permitirá dar servicio a 42 personas simultáneamente. Es decir, que durante los tres turnos habituales (mañana, tarde y noche) un total de 126 pacientes podrán ser atendidos por día, lo que multiplicado por dos grupos de sesiones inter-diarias nos da una cifra de 252 pacientes a la semana.


Sumada esta moderna facilidad de hemodiálisis a las ya existentes en el referido hospital, esperamos se terminará el hacinamiento y la sobrepoblación tradicional que ha afectado a los pacientes renales de allí. Se colige, entonces, una drástica disminución de la tasa de mortalidad y menos afanes en emergencia y salas de internamiento en dicho centro, ya que un paciente bien dializado, tendrá mejor calidad de vida.


Junto a una exclamación de júbilo, es de justicia reconocer que la satisfactoria noticia sobre el Hospital Padre Billini, unida a los esfuerzos para la consecución de trasplantes por parte de los organismos oficiales y las instituciones que agrupan a los pacientes renales, nos muestra una loable voluntad, política y social, para la solución de una buena porción de la problemática.


Sin embargo insistimos, todavía, proveer a los pacientes de escasos recursos de la protección del SENASA, bajo el régimen subsidiado, así como de estrategias de prevención y para la consecución más asidua de trasplantes, lo que reducirá considerablemente los gastos en los que incurre el Estado en materiales (kits), medicamentos, atenciones en emergencia e internamiento, así como en costos para las hemodiálisis que se otorgan a los pacientes IRC en los hospitales públicos. ¡Manos a la obra!

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